¡Yo también he querido cambiar el mundo!
- Georgette Abilahoud R.
- Apr 22, 2015
- 2 min read

Con frecuencia leemos artículos de motivadores y escritores que nos alientan a avanzar aún a pesar de las circunstancias del entorno, a ver el lado positivo de las cosas, a buscar la manera de tornar beneficioso aquello que a simple vista parece perjudicarnos. En la práctica del Coaching de Vida y a través de la observación de parientes y amigos he encontrado que en ocasiones a este enfoque cabría darle otra perspectiva.
Como seres humanos tenemos la tendencia a adjudicar al entorno todo aquello que signifique frustración para nuestros logros y metas. Esta tendencia puede convertirse en un hábito que impida el desarrollo de nuestras capacidades y destrezas para conseguir lo que deseamos, pero que consideramos se encuentra distante o inalcanzable.
Ustedes podrían estar pensando ¿Quién puede desear algo y justificarse para no conseguirlo? Suena contradictorio, es cierto, sin embargo; existe un área de negación a nuestras posibilidades de logro que se cobija en justificaciones que pueden mostrarse como muy razonables y que concluyen en un proceso interno de saboteo entre los deseos y logros.
Cuando esta forma de pensar se convierte en una pauta mental recurrente, estamos frente a creencias saboteadoras que nos sitúan la mayor parte del tiempo en el mismo espacio, lo que genera sensaciones de frustración que pueden conducirnos a sentimientos de tristeza, depresión, decepción y derrota.
Estas sensaciones se van haciendo colectivas en la medida que los entornos sociales se muestran cada vez más desestabilizadores, inquietantes y desconcertantes. Estos contextos ponen a prueba nuestra capacidad de anclarnos internamente en la confianza, motivación y acciones necesarias para generar equilibrio y armonía en nosotros, y como consecuencia de ello, en nuestro alrededor.
La auto-observación y la escucha de nuestro diálogo interior son excelentes herramientas para descubrir estas pautas de pensamiento que refuerzan las creencias que se han vuelto improductivas para nosotros, porque bloquean nuestras metas y sabotean el logro de nuestros objetivos.
Si somos capaces de observarnos y escucharnos, trascendiendo internamente la negatividad de nuestros estados anímicos, comenzaremos a detectar exactamente aquella idea que podemos cambiar y sustituir por una que realmente nos aporte el beneficio que deseamos conseguir. Consecuentemente, al escucharnos a nosotros mismos, comenzaremos a escuchar las señales que se producen a nuestro alrededor y podremos intuirlas como caminos abiertos para canalizar nuestros deseos.
Puede que tome mucho tiempo cambiar el mundo, pero, ¡sí podemos –prontamente- cambiar el nuestro!
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